Uso agrícola, industrial y doméstico del agua.

11/3/24
Texto: Fernando Campuzano Domínguez

Sobre el uso cotidiano del agua

Antes de comenzar con este tema de las fuentes hemos de situarnos en un contexto donde el suministro de agua potable a los domicilios de los habitantes del pueblo no existía. Si alguna persona o familia se quería surtir de agua lo hacía en las fuentes públicas o privadas, en manantiales o en pozos, algunos de estos se situaban en los patios de las propias casas. Lo más normal es que las mujeres fueran a la fuente por agua o que fuera traída por un aguador a las casas de los más pudientes.

“Las empinadas calles de Grazalema son muy pintorescas con agradables fuentes alrededor …” (1).

En tiempos de Ensenada (2) este nos dice que existía un aguador y que cobraba ochocientos reales. Y un siglo más tarde Madoz nos declara que:

“... para el surtido del pueblo hay 5 fuentes de buenas aguas, situadas aquellas en puntos proporcionados ” (3).

Algunas eran monumentales, fabricadas gracias  a la pujante economía basada en los paños, y otras guardan sus formas más simples.

Entre aquellas más elaboradas, Giese nos las describe, incluso con sus tipos allá por 1932:

“La mayor parte de las fuentes urbanas son  de pared o monumentales y, a veces, encontramos casos intermedios en los que las últimas se incrustan a un muro de manera parcial o total. Según el lugar las fuentes  estas pueden ser erguidas en la plaza, en la calle o incluso en la carretera (a las afueras del pueblo). Estos pozos artesanos consisten en uno o varios tubos o gárgolas que sobresalen de una pared vertical, por los cuales surge constantemente el agua. Esta viene a caer en una pila rectangular, desde la que a veces rebosa. En el estilo más sencillo sirve de muro la pared de una casa […] La pared de la fuente que da a la plaza de Grazalema está eslabonada con formas simples de estilo renacentista. El agua fluye aquí a través de gárgolas de metal insertas en cuatro figuras  que representan cabezas de animales”.

Es así como nuestro filólogo ha descrito la fuente de La Alameda.

Se atreve a describir la masa caliza labrada de la  Fuenteabajo ofreciendo una visión de la fuente de Benaocaz para conducirnos a la de Grazalema, pues ambas son de la misma tipología:

“... una fuente monumental de Benaocaz: con tres gárgolas, dos altos peldaños que conducen a la pila, el triángulo pétreo de la fachada (roto en la punta) y la cruz de piedra encima. En su sencilla impetuosidad esta fuente causa una eficaz impresión arquitectónica. Emparentadas están también las fuentes de la iglesia de Santa Cecilia de Ronda y la de la Calle Ángeles de Grazalema, ambas aisladas, con 8 gárgolas y un triángulo intacto como fachada… En las de Grazalema se les adosa en la parte derecha un abrevadero, saliendo aquí el agua de una gárgola especial (la novena)”.

Aún llega más lejos y nos nombra el lavadero que está junto a la Fuenteabajo:

“Típico de las poblaciones son los lavaderos, situados en sus límites y empleados por las mujeres para lavar la ropa…“.

Prosigue con la narración:

“… Este es como los lavaderos de Grazalema y Montejaque y también con cierta semejanza al de Algodonales; un espacio cerrado y provisto de una apertura en arco de medio punto, que da a la calle. En el interior se encuentra el depósito de agua”.

El lavadero era el lugar donde se lavaba ropa y es esencial para el aseo de la población y con una función higiénica primordial.

“Era efectuado por las mujeres que iban a él, llevando un “pilón de madera” (la panera: antiguamente una cesta para llevar la colada), que al lavar se inclina mediante una piedra colocada por abajo. La panera tiene la forma de una amasadera con redondeamientos de las partes pequeñas laterales, aunque es más baja que esta. Su superficie está formada de tablas de madera que se cruzan por las que discurre el agua. Estas paneras no solo sirven para lavar, sino también para transportar la colada, bien sobre la cadera o bien sobre la cabeza. En este último caso suele colocarse un cojincito para amortiguar la presión. Se lava fundamentalmente con jabón. La lejía no se usa en estos lugares desde hace algún tiempo” (4)

De esta forma ha descrito Giese el modo de lavar que antiguamente (1932) se usaba en la sierra.

Fuenteabajo.
Fuenteabajo.
Fuente de La Borreguilla en la Ribera del Gaidovar.
Lavando en una panera.

Fuentes y labadero (sic.)


(1) Tenison, Louise : Castile and Andalucia. 1851.
(2) Zenón de Somodevilla y Bengoechea, I marqués de la Ensenada. Catastro de Ensenada. 1749. Pág. 95
(3) Madoz e Ibáñez, Pascual. "Diccionario Geográfico - Estadístico - Histórico de Andalucía. Cádiz." 1845 - 1850. Edición Facsímil. Estudio introductorio de J. M. Suárez Japón. Ambito Ediciones. Valladolid . 1986.
(4) Giese , Wilhelm : Sierra y campiña de Cádiz. Servicio de publicaciones de la Universidad de Cádiz, 1996.
Fotografías: Mario Sánchez Román (195?)

Historia de los tesoros blancos en la Sierra de Grazalema.

Vimos cómo en ocasiones las precipitaciones producidas en la Sierra de Grazalema, cuantiosas, en ocasiones lo hacen en forma de nieve dejando un paisaje de ensueño con sus cimas, campos y tejados cubiertos de un manto blanco. Son estampas bellísimas que atraen una nueva riqueza: el turismo, actual sostén económico de muchos pueblos y familias.

Antaño, estas nevadas y estos fríos eran mayores, como recogen el testimonio de Antonio Laínez (1858):

“...El clima era mucho más frío… La nieve permanecía en la Sierra siete incluso ocho meses al año y que las nevadas comenzaban en Septiembre y alcanzaban hasta el mes de marzo.” (1).

Por su parte nos dice Gavala que:

“De los pueblos de la Serranía, Grazalema, Villaluenga, Benaocaz son los unicos donde la nieve caen en abundancia; […] En cambio todas las cumbres de la Serranía se cubren de nieve repetidas veces durante el invierno…” (2).

Debemos recordar como nos refiere el historiador Acién Almansa que pasamos en el S. XV de unas temperaturas suaves a otras más frías o  continentales en la mitad del S. XVI para terminar en una “Little ice age“ en pleno S. XVII. (3)

Estos hechos y datos ya eran conocidos por nuestros anteriores paisanos que tenían la nieve como otro recurso para  el sustento. Esta era guardada en los pozos tejados y ventisqueros, tras compactarla y taparla con material vegetal capa a capa.

El hielo era empleado en labores médicas, de conservación de alimentos o de elaboración de helados y agua de nieve que se bebía en salones y tertulias de las casas burguesas y nobles.

Los pozos eran una auténtico negocio lucrativo y están recogidos como tal por Ensenada:

“Y que también ay siete pozos de nieve, techados y cuatro bentisqueros, y pertenecieron al Excmo. Señor Duque de Arcos, y que le podrán producir anualmente, por un quinquenio nuebe mil reales de vellón.“ (4)

Referencias a este negocio tenemos en Ponz:

“Desde Grazalema se continua subiendo hasta lo más alto de la Sierra que llaman Puertoboyal y es de los mayores de Andalucía y surte de nieve a Cádiz y a otros muchos pueblos.” (5).

Con De Miñano en 1826 se sigue manteniendo el negocio:

“Su sierra que es de mucha extensión,..., y provee de nieve a las principales ciudades de las provincias de Cádiz y Sevilla.” (6)

Sus orígenes están detectados en nuestro pueblo por la historiadora pringona Mª Antonia Salas Organvidez. En este estudio nos dice que el Duque de Arcos los construye y años después en 1629 les son confirmados sus tenencias por la ayuda que en la Guerra de los Treinta Años prestó a la Corona de España y en 1639 son ratificados. Los pozos eran arrendados por 16 mil reales/años además de 60 cargos de nieve para el Duque.

Su sistema de producción era en condiciones muy duras climatológica y laboralmente. Se recolecta la nieve, se lleva al pozo, se compacta y convierte en hielo y se cubre con una manta vegetal, así capa tras capa hasta completarlo y taparlo con cubierta de tejas o vegetal.

Otra manera de conseguir el hielo era coger el agua una vez congelada de los pilones que existían en las cumbres de la Sierra y transportarlos a los neveros.

A la hora de transportarlos, se bajaban primero de las alturas superiores a pozos o ventisqueros más bajos y más cerca de los caminos. Allí se cargaban en los serones de las bestias y tapados con trapos o mantas y se bajaban por las veredas. En Grazalema lo hacían desde el San Cristóbal por el puerto del Boyar y desde las cumbres de la Sierra del Endrinal (La Balsa) por las veredas de Las Asperillas Altas y Bajas. Su destino Cádiz, Jerez, Sevilla…

Como curiosidad, en 1624 en una fiesta celebrada en el Palacio de Doñana por el Duque de Medina Sidonia en honor a Felipe IV, se llevaban 6 cargas diarias de nieve que eran transportadas por 46 mulas repartidas de tal manera que no faltaran el hielo procedente de la Sierra de Grazalema y Sierra de las Nieves.

Vistas de Grazalema y las sierras cubiertas de nieve.
Vecinos de Grazalema por la Calle de Las Piedras tras una nevada.
Calle Doctor Mateos Gago cubierta de nieve.

Pozos de nieve


(1) Falta referencia de Laínez, Antonio 
(2) Gavala y Laborde: Descripción Geológica y Geográfica de la Sierra de Grazalema. (1917)
(3) Acién Almansa, Manuel. Ronda y su Serranía en los tiempos de los Reyes Católicos. (2014).
(4) Zenón de Somodevilla y Bengoechea, I marqués de la Ensenada. Catastro de Ensenada. 1749. Pág. 95
(5) Ponz, Antonio. Viaje por España (1794)
(6) De Miñano y Bedoya, Sebastián. Diccionario geográfico-estadístico de España y Portugal (1826)
 Salas Organvidez, Mª Antonia. Raíces de Grazalema: Los pozos de Nieve (2014)
Fotografías: Mario Sánchez Román (195?)

El aprovechamiento industrial del agua en Grazalema: el caso de La Ribera del Gaidóvar.

El nombre se lo da el río Gaidóvar  que desde su origen riega huertos, mueve molinos y batanes. Madoz nos dice de él:

“...Gaidova (sic) que se forma de los nacimientos de Agua fría (sic), Piletas, Torrecilla y otros, los cuales riegan muchas tierras y viñedos e impulsan varios batanes y molinos harinero.“ (1)

Habitada al menos desde la época musulmana. Es una de las alquerías, junto con “Peñaloxa” y “Alcornocal de Boas” que pertenecían a la Çagrazalema bereber. Durante el periodo nazarí sufrirá las paces, treguas o guerras abiertas o guerras no declaradas como “Banda Morisca” o zona de tensión entre cristianos y granadinos que era. A principios del S. XV, por estos motivos la población de los núcleos diseminados y alquerías irán concentrándose en otros lugares más protegidos, incluso algunos de ellos desaparecieron como La Ribera (1410) . Otros como ”Peñaloxa“ desplaza parte de su población a Grazalema y Montejaque. (2)

En torno a 1899 Del Arco en su libro sobre Grazalema la define como

“Caserío a 4 km de Grazalema que constituyen 34 edificios de mampostería de los cuales 28 tienen dos pisos y 6 únicamente uno, albergando una población de derecho de 210 y de 207 de hecho” (3).

La explotación de sus tierras regadas por el río son “las huertas” , famosas en pueblos del contorno. Pitt-Rivers nos las describe a finales de los años 40 y primeros de los 50 del S. XX. Este antropólogo inglés vivió en una de ellas llamada “El Huerto Fermín”. Nos dice de estas:

“… otro tipo de propiedad es la “huerta”, una finca pequeña regada. En el valle hay cerca de veinte. El tamaño medio es de una a tres hectáreas, aunque suele incluir una franja adjunta de tierra no regada”(4).

Entre las huertas que aún perduran están las siguientes:

El Huerto Jarillo, La Huerta la Pileta Alta, Huerto del Algarrobo, Huerta de Rafael El Conde, Huerta Lerena o de la Arena, Huerta de La Terrona, Huerta del Aguanfría, Huerto San Fermín, Huerto de San Luis, Huerta del Portal o Importá y Huerta las Lobatas. (5)

Estas tenían su sistema de riego tradicional basado en el ciclo solar y por tanto poseían su derecho de aguas para regar sus tierras. Tenían su Tribunal, su Alcalde de Aguas y Alguaciles. El mantenimiento y limpieza de los “caos“ o acequias se realizaba justo antes del inicio de la temporada de riego, por San Juan, y lo hacían los mismos vecinos. Después celebraban una comida todos juntos en La Manta de la Máquina. Mención especial tiene el Nacimiento de La Torrecilla que veremos más tarde. Los aportes de agua eran suministrados por La Pileta y el Nacimiento, en la cabecera alta de Gaidovar y en la zona baja  por la Fuente del Aguanfria y del Huerto Fermin. El comienzo del riego se hacía cuando se distinguía la cara y la cruz de una moneda, este principio era para todos los manantiales y fuentes adscritos a este lugar.

El Nacimiento del Aguanfría abría sobre la huerta de su nombre cuando se distinguía la cara y la cruz de una moneda y cortaba el agua cuando la sombra daba en un clavo que estaba en la pared de la casa.

De igual forma hacía la Huerta de San Fermín pero desde su nacimiento. Ambos nacimientos se unían en el Huerto San Fermín y en el mismo horario. Después ambas huertas soltaban el agua hacia la Huerta Importá que recibía agua hasta que la sombra diera en el Pico de la Jarda de Lana en el extremo de la Sierra Morena.

A continuación tenía derecho la Huerta Lobata que además tenía el aporte de los dos manantiales de La Pileta y El Nacimiento. Ambos tenían sus huertas para regar y cuando terminaban evacuaban hacia la anterior huerta. La última en recibir agua tras pasar por la Fábrica de Paños y los Molinos era la Huerta Lerena que siempre tenía agua.

Estos manantiales citados antes comenzaban a regar al mismo tiempo que los anteriores cuando distinguían la cara y la cruz de la moneda. El Nacimiento surtía a la Huerta Jarillo y el Nacimiento de la Pileta lo hacía sobre la Huerta de la Pileta Alta. Finalizaban cuando la sombra aparecía sobre la Laguna o El Tajo debajo de Sierra Morena.

Antes la Huerta Jarillo traspasaba el agua a la Pileta Alta, que saltaba hacia la Pileta Baja regando con los dos manantiales. Finalizaba su periodo de riego cuando la sombra llegaba a Los Chinarrales en la Sierra de los Espartales.

Ahora recibe el agua la Huerta San Luis, que dejaba de regarse cuando la sombra llegaba a los Tajos de La Bodega de La Parra, a partir de aquí pasaban al Molino de la Cruz y Molino del Rincón. El agua de estos dos manantiales era conducida a la Huerta Lobata donde confluían estos dos manantiales y la Fuente del Aguanfria y Huerto Fermin.

Los días de riego eran los martes y los sábados (riego corto y riego largo) desde San Juan a San Miguel (21 de Junio al 29 de septiembre). En los años 80 aproximadamente modificaron los días cambiándose a lunes y viernes.

Un quinto nacimiento era el de La Torrecilla que tenía una característica diferente a los anteriores. El riego se hacía en sentido contrario a la corriente, es decir se comenzaba por el final y se iba retrocediendo hasta el inicio del nacimiento.

Se abría el riego como siempre con la moneda, el agua llegaba desde el Nacimiento de la Torrecilla pasando por La Batana, Huerto del Algarrobo, Molino de Juncal,  Huerto Marín (de 8 a 13 de la tarde) y la Torrecilla de 13 a 14 de la tarde. Esta finca tenía alberca propia.

En líneas generales reinaba la buena voluntad entre los Ribereños. Se dejaba regar a los molineros quince minutos para sus huertos de autoconsumo. Los conflictos eran en su mayoría por retener más tiempo el agua, no hacer bien las represas para regar y permitir filtraciones, contratiempos que intentaban solucionar los Alguaciles nombrados por el Tribunal. Y era normal cierta tensión entre hortelanos molineros, batanes y fabricantes de Paños. Pero generalmente las fricciones eran verbales. Si bien, Pitt-Rivers relata un serio conflicto en los años 50 que llegó a los tribunales.

Estos datos fueron aportados en su día por Juan González “el Molinero“ en varias entrevistas orales y escritas a boli y libreta y realizada por este servidor allá por el año 2004. Estas líneas son mías, pero el contenido es el de toda una vida en La Ribera de una persona buena y buen vecino que dejó sin saberlo un testimonio que estaría perdido. Es posible que este Sistema de Riego tenga siglos, lo que nos hace apreciar aún más su valor. (5)

Río Gaidóvar a su paso por La Ribera.
Río Gaidóvar a su paso por La Ribera.
Río Gaidóvar a su paso por La Ribera.
Río Gaidóvar a su paso por La Ribera.

Las huertas


(1) Madoz e Ibáñez, Pascual. "Diccionario Geográfico - Estadístico - Histórico de Andalucía. Cádiz." 1845 - 1850. Edición Facsímil. Estudio introductorio de J. M. Suárez Japón. Ambito Ediciones. Valladolid. (1986).
(2) Devís Márquez, Federico. Mayorazgo y cambio político. Estudio sobre el mayorazgo de la Casa de Arcos al final de la Edad Media . Servicio de Publicaciones de la Universidad de Cádiz. Madrid, 1999.
(3) Sánchez del Arco y Chezo, Domingo: “Grazalema“. (1898-1900). Edición, estudio introductorio, transcripción del manuscrito original y notas de Siles Guerrero, Francisco. Editorial Serranía. Alcalá del Valle (2020).
(4) Pitt-Rivers, Julian.The People of the Sierra (1954)
(5) Juan González “el Molinero“. (2004).
Fotografías: Mario Sánchez Román (195?)

El aprovechamiento industrial del agua en Grazalema.

Los molinos harineros

Los molinos situados en zonas cercanas a un cauce o fuente de agua utilizaban esta como fuerza motriz para mover las enormes piedras que convertían el grano (trigo, maíz,...) en harina. El molinero por esta labor cobraba una porción de las semillas traídas y molidas llamada la Maquila.

La traída del agua al edificio se hacía a través de una acequia a donde se había desviado el cauce del río. Es llamado en Grazalema el Cao. Este canalizaba el agua al edificio y la introducía al Cubo, que en muchas ocasiones era construido de mampostería o piedra. Más ancho en su Boca, tremendamente más delgado en su parte inferior para que cuando estuviera funcionando tuviera la suficiente presión y fuerza para poder mover el Rodezno. Esta parte más estrecha y parte final del Cubo se llamaba Saetillo e impulsaba el Rodezno, rueda con una serie de aspas o Cucharas colocada de manera horizontal que giraba a gran velocidad. Sobre el Rodezno, de manera vertical, se colocaba un gran eje de hierro, llamado Árbol, el mismo superaba el techo y el suelo donde estaba la Piedra Solera a la que pasaba por el orificio central y a la cual se unía de tal manera que no se moviera. Ajustada, también de manera horizontal, al Árbol estaba la Piedra Volandera o Muela que giraba sobre la Solera moliendo el cereal. Ambas estaban cubiertas por el Guardapolvo.

Sobre este se colocaba un soporte, el Burro, donde estaba la Tolva, o cajón troncocónico invertido que era el que recibía el grano y a través de una canaleta lo unía al Guardapolvo y por un círculo central el grano caía entre ambas piedras y era molido. El grano convertido en harina a través de una canaleta caía debajo del Guardapolvo a un Cajón desde donde posteriormente se retiraba y almacenaba el cereal convertido en harina.

Se debía estar pendiente de que el roce del grano entre las piedras no se queme o tueste. Para ello había que vigilar la velocidad, separación, desgaste y profundidad de las estrías de las piedras. Por ello cada vez que terminaba la Molienda había que volver a picar las piedras previo desmontaje de estas. Este trabajo se realizaba con la ayuda de la Cabria, especie de grúa con los brazos de hierro que se introducen por unos orificios que tienen las piedras y permiten moverlas con mayor facilidad.

El agua tras ser expulsada del Saetillo sigue su cauce hasta salir de la Cava, lugar donde se sitúan el Rodezno y el Árbol y vuelve al cauce del río.

El oficio de Molinero estaba bien considerado, dejaba buenas rentas. Pero también existían aquellos que engañaban a sus clientes, de ahí su motra “mala fama”.

En Grazalema la existencia de los molinos se constata al menos desde el S. XVIII y estaban situados en La Ribera y Benamahoma.

Eran 12, y uno de ellos de 2 piedras este perteneciente al Señor Duque de Arcos. Funcionaban durante todo el año, no como los de invierno que solo lo hacían cuando tenían el recurso del agua. Estos eran 5.

Enumeramos los que han quedado para la posteridad en la Ribera. En el margen derecha del Gaidovar destaca por su antigüedad al estar citado en Ensenada (1) el Molino del Juncal, otros son el Molino de la Catedral y el Molino de la Junta de los Ríos.

La orilla de su izquierda contiene el mayor número de ellos tales como: Molino de la Cruz, Molino del Rincón, Molino del Pozo, Molino del Portal, Molino del Algarrobo, Molino del Soto o Pasada de Zahara, Molino de Jose María Chacón, Molino del Zurdo (el giro de sus piedras era al contrario) y Molino del Pastor. (2)

El batán

En los procesos artesanales de la fabricación de paños y mantas era uno de los fundamentales, pues era el que daba elasticidad, fijación y consistencia al paño. Aquí perdía la grasa que hubiera quedado de anteriores etapas.

El Batán es una máquina con dos brazos en cuya parte inferior tienen dos grandes mazos de madera . Estos son impulsados por el agua cuando al caer sobre una rueda aspada mueve su eje y golpea regularmente los paños depositados en una gran cubeta donde se sitúan los mazos.

En 1752 se enumeran 12 en la Ribera y 5 en Benamahoma. (1)

Cava de un molino.
Ganado bovino en La Ribera del Gaidóvar.

Molinos harineros y batanes


(1) Zenón de Somodevilla y Bengoechea, I marqués de la Ensenada. Catastro de Ensenada. 1749. Pág. 95
(2) Juan González “el Molinero“. (2004).
Fotografías: Mario Sánchez Román (195?)